Christian Meier, tan asediado por la prensa y por su público, ha aprendidoa aceptar con paciencia que sus tres hijos lo ignoren. No ha establecido con
ellos ningún horario de comunicación mientras se encuentra en rodaje, fuera de Lima. Esto, que va en contra de su carácter planificador, se debe a una sabiduría de padre muy sencilla: Meier entiende que mientras más le exija a  Stefano, de diecisiete años, a Taira, de once, y a Gia, de diez, menos caso le harán. «Yo sería uno de esos papás que hablan todos los días con sus hijos», cuenta. «Pero los chicos viven en otra frecuencia, y entiendo que cada uno de ellos tiene su vida». Stefano se encuentra de intercambio en Canadá: a veces han pasado cuatro o cinco días sin conectarse a Skype. Pero de pronto le manda un mail a su papá, contándole que se ha puesto un arete en la oreja. Taira tiene Whatsapp en su smartphone, pero muchas veces ha dejado susmensajes sin contestar. Hasta que lo llama y le pide que viaje a Lima. «Si no los presionas, aparecen solos», advierte Meier.

Más tarde contará que su madre, la eterna reina de belleza, Gladys Zender, lo llama por teléfono todos los días. Él siempre contesta.
En los trece años que han pasado desde que probara suerte fuera de Perú, el tiempo más largo sin regresar ha sido de cuatro semanas. Y eso ha ocurrido una sola vez. Cuando está en Lima, Cristian Meier vive a dos cuadras de sus hijos. También aprovecha sus estadías para visitar a los amigos. Ha visto a Pedro Suárez Vértiz, por ejemplo, con quien le une una amistad desde los días en que ambos fueron parte de la banda Arena Hash, donde el actor tocaba el teclado.

Christian se muestra cauto al referirse al mal nervioso-muscular que aqueja a su amigo y le impide vocalizar bien. Prefiere elogiar la forma en que este continúa la comunicación con su público a través de las redes sociales. Desde hace meses, la concurrida página de Facebook de Pedro le sirve como nexo con sus fanáticos y los periodistas, mientras prosigue en calma con su tratamiento.
Christian Meier ha optado por el Twitter: su cuenta @Oliverdog tiene casi 160 mil seguidores. La del actor Marco Zunino tiene 58 mil. La del futbolista Paolo Guerrero tiene casi 19 mil. Y es el mismo Christian quien maneja su cuenta. Es a través de su Twitter que se puede saber, por ejemplo, que el mismo día que se inició la preventa para las entradas al concierto de New Order en Lima, él compró la suya. «Escribo lo que me da ganas en el momento», explica Meier.

«Algunos textos tienen sentido y otros no. Algunos le importan a la gente y otros no deberían. Es muy curioso: he escrito cosas, las más absurdas, que al día siguiente se han convertido en titulares de prensa. Juego un poco con eso.
Es divertido». Christian no ha dejado de sonreír. Le gusta divertirse.
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Otro amigo músico de Christian Meier es Gian Marco Zignago. Les une una amistad que se inició antes de que ambos tuvieran DNI. Una amistad que se forjó en el interés que compartían por la música. Cuando Gian Marco ganó su segundo Grammy Latino en 2012, Christian lo celebró de forma privada. Y también pública, tuiteando al respecto. «Lo que él hace lo ha logrado con mucho éxito, pero también con mucho sacrificio», dice ahora. «Soy su amigo desde que tengo diecisiete años, y he sido testigo no solo de sus logros, sino de lo que ha tenido que pasar para llegar adonde está».
El sentimiento de admiración es mutuo: «Christian es de aquellos amigos que perduran en el tiempo. Pocos como él. Lo quiero mucho y lo respeto,
principalmente porque ante todas las cosas, sus hijos están primero», dice Gian Marco. Él también tiene algo que decir sobre la distancia, los viajes, las diferencias horarias, la familia lejos: «Es difícil llevar emocionalmente la distancia con la gente que uno más ama y eso habla mucho de Christian Meier como ser humano y como padre».

Y si para Christian Meier, Gian Marco es el mejor ejemplo del éxito y el sacrificio del artista peruano en el exilio obligado, sabe que son muchos más
los casos que no prosperan. Y no por falta de aptitud. Opina que el problema para el artista en el Perú no es la falta de talento, sino de herramientas para triunfar dentro del país. Meier continúa, ya sin sonreír, cuando han terminado de maquillarlo y peinarlo: «A los que hemos logrado trabajar fuera nos ha tocado una época de sacrificios. Alejarnos de la familia, de los amigos y del mercado conocido para arriesgarnos y apostar por nosotros mismos. Cuando ya hemos encontrado un balance y un éxito significativo, podemos regresar a nuestro país. Así ha sido con Gian Marco. Y así es con mucha otra gente. Y esta época dura no la anunciamos por la televisión».

Christian Meier, como actor peruano probando suerte en un mercado hispano más amplio y competitivo, como galán que durante años no pudo planear lo que haría al día siguiente, y como padre que de pronto es capaz de subirse a un avión para ver a sus hijos ha conocido de cerca más de una historia como la suya. «Christian ha alcanzado un nivel de proyección internacional en la industria de la televisión latinoamericana que muy pocos actores peruanos han conseguido como Ricardo Blume, Saby Kamalich, Roberto Moll y Diego Bertie.
Es algo muy difícil de lograr», reconoce Salvador del Solar. Él, otro actor peruano y amigo, trabaja también en Bogotá. Solo que se mudó con toda su
familia y vive en la capital colombiana desde hace casi siete años. De ese tiempo, cinco fueron dedicados a escribir el guión de una película basada en la novela La Hora Azul de Alonso Cueto. Hace poco Salvador le envió el texto a Christian Meier. Luego, lo invitó a almorzar y le preguntó qué le había
parecido el guión.
—¿Adivina quién va a interpretar el personaje del abogado? —le preguntó
Salvador.
—No tengo la menor idea —respondió Meier.
—Tú pues, huevón.
Y es así que Christian Meier participará en ¿Qué fue lo que hiciste, Harvey Magallanes?, la primera película escrita y dirigida por su amigo Salvador del
Solar, que se rodará en enero de 2014 en Lima.

Meier no será el protagonista [ese papel lo tiene el actor mexicano Damián Alcázar], pero sí tiene un rol importante: el de un abogado muy prestigioso e influyente, con grandes conexiones en lo más alto de los niveles social, empresarial y político. «Al igual que este personaje, Christian Meier es una figura pública.
Eso encaja muy bien en lo que busco para el personaje en un primer nivel», explica Del Solar. Pero lo interesante, la razón más poderosa detrás de su
decisión de convocarlo en este proyecto, es la menos evidente. Para todos, menos para alguien que conoce tanto a Christian Meier. Alguien como Salvador.
«Lo que ocurre con el personaje al ser sacado radicalmente de su zona de confort, tiene que ver con un Christian que se conoce mucho menos. Recuerdo escenas que hicimos en la telenovela Escándalo que mostraban un tipo de trabajo bastante alejado del rol de galán que tantas veces ha hecho Christian», finaliza Del Solar. «Ahí hay un punto de partida desde el que comenzaremos a explorar zonas más oscuras».

El cielo está despejado. Miraflores quiere que Christian Meier disfrute de su vista desde lo alto del malecón. En una piscina. Sin camisa. Meier trajo una
ropa de baño, por si acaso. Pero no será necesaria. Fue elegido como el hombre más sexy de la televisión colombiana de 2012.
También ha aparecido en la lista de los más guapos de la revista People. «Cada vez que puedo pagar para que digan eso, aparezco en esos recuentos. Claro que hay años en los que hemos gastado presupuesto en otras cosas», bromea. Lo cierto es que es un hombre guapo. Y lo sabe. Se cuida. Va al gimnasio. Aunque dice que ahora lo hace para sentirse bien, y no para lucir bien. A sus 42 años, hay quienes creen que nunca se ha visto mejor. El propio Christian, incluido.

Actores como George Clooney han tenido que sobrepasar las cuatro décadas para aparecer año tras año en las listas de los más deseados. Sin embargo, los roles que interpretan ya no son los del galán convencional. Y conforme pasa el tiempo, menos importancia parecen darle a sus rankeados físicos. Elpropio Clooney, por ejemplo, tuvo que subir casi veinte kilos para su papel en Syriana. Hasta ahora, los cambios que ha sufrido Christian Meier para un papel han sido mínimos: pintarse el pelo, broncearse o verse más pálido. Pero afirma que cambiaría dramáticamente su apariencia, si le ofreciesen un rol que valga la pena.
«Todos vamos envejeciendo y hay algunos que se sienten cómodos con su apariencia y otros que no. Yo me siento cada vez más cómodo conmigo mismo. Y no reniego ni de las canas, ni de las arugas que me van saliendo, ni de mi diente que está cada vez más chueco», dice Christian, riendo.
Bajo el agua, con el calor del mediodía, en una piscina de Miraflores y sin camisa, nada de eso importa. Esta es la mejor manera de vivir en el presente. El presente de Christian Meier.